Reflexión sobre la Encíclica “Fratelli tutti” sobre la fraternidad y la amistad social.
Dra. Luz Chapa
Claustro expositores USEM
La Encíclica, publicada el pasado 3 de octubre, invita a soñar juntos un nuevo sueño de fraternidad universal y amistad social «frente a diversas y actuales formas de eliminar o de ignorar a otros» (FT,6).
Se enfoca en la dimensión universal del amor fraterno y señala algunas tendencias que impiden el desarrollo de esa fraternidad universal para que contemple beneficie a todos. Forma una triada de reflexión junto al cuidado de la casa común y la igualdad fundamental entre hombres y mujeres.
Centro mi reflexión en el mensaje que directamente envía el Papa Francisco a los empresarios como empresarios, en nombre de una fraternidad humana golpeada por sistemas de ganancia insaciable, junto con políticas de integrismo y división, e ideologías que incitan al odio y manipulan a los hombres.
“La economía global tiende a imponer un modelo cultural único que unifica al mundo, pero divide a las personas y a las naciones”
Reconoce su «noble vocación orientada a producir riqueza y a mejorar el mundo para todos» (FT,123), consciente de que gozan de «un espacio de corresponsabilidad capaz de iniciar y generar nuevos procesos y transformaciones» (FT,77) y que les ha de mantener lejos de la tentación de buscar intereses sólo
particulares y a corto plazo (FT,232).
Es obligado poner sobre la mesa el mensaje que Fratelli tutti envía a los empresarios como seres humanos, llamando al corazón de cada uno para que perciba «cuánto vale un ser humano, cuánto vale una persona, siempre y en cualquier circunstancia» (FT,106), para que capte que dignidad es «alterarnos por el sufrimiento humano y no vivir indiferentes ante el dolor» (FT,68). No duda en afirmar que «hay dos tipos de personas: las que se hacen cargo del dolor y las que pasan de largo» (FT,70), y este es el desafío presente, al que no hemos de tenerle miedo y abre «caminos de esperanza a pesar de las densas sombras que no hay que ignorar» (FT, 54).
- ALGUNAS TENDENCIAS QUE DESFAVORECEN EL DESARROLLO DE LA FRATERNIDAD UNIVERSAL.
La pérdida del sentido social y de la historia, dejan en pie únicamente la necesidad de consumir sin límites y muchas formas de individualismo. La economía global tiende a imponer un modelo cultural único que unifica al mundo, pero divide a las personas y a las naciones. La identidad de los más fuertes se presenta como modelo para todos y los sectores acomodados de países en desarrollo menosprecian la propia identidad como causa de los males. La política es frágil frente a los poderes económicos transnacionales que aplican el ‘divide y vencerás’.
No se puede justificar una economía sin una buena política que rija los diversos aspectos de la crisis actual. Es necesaria una reforma de la Organización de las Naciones Unidas y de la economía internacional para concretar el concepto de «familia de naciones». Hay reglas económicas eficaces para el crecimiento, pero no para el desarrollo humano integral. Hemos crecido en muchos aspectos, aunque «somos analfabetos en acompañar, cuidar y sostener a los más frágiles» (FT, 64). Se extiende una cultura del descarte de personas y de despilfarro de recursos.
El modelo económico basado en las ganancias no duda en explotar, descartar e incluso matar al hombre en beneficio de un sector “digno” de vivir sin límites. El despilfarro de los alimentos es uno de los más vergonzosos. El desprecio de los débiles puede esconderse en forma de populismo o de liberalismo.
El primero los utiliza demagógicamente al servicio de su proyecto personal y de su perpetuación en el poder, y el segundo persiste en creer que el mercado solo resuelve todo y dificulta pensar un mundo abierto que incorpore a los menos favorecidos. El individualismo radical subraya que invertir a favor de los frágiles puede no ser rentable e implicar menor eficiencia. La apertura se reduce a la libertad de los poderes económicos para invertir sin trabas ni complicaciones en todos los países.
- SOÑAR JUNTOS UN NUEVO SUEÑO DE FRATERNIDAD UNIVERSAL.
Un proyecto con grandes objetivos para el desarrollo de toda la humanidad hoy puede sonar a delirio. Pero si los sueños de esplendor y grandeza, de crecimiento material de unos pocos privilegiados, nos han dejado «comiendo distracción, encierro y soledad» (FT, 32), cabe soñar un nuevo sueño de fraternidad y amistad social para construir juntos la justicia y la paz y transitar caminos de esperanza a pesar de las densas sombras que no hay que ignorar.
Ampliar la mirada para reconocer un bien mayor que nos beneficiará a todos, sin evadirnos y sin desarraigarnos. No aislarnos, ni cerrarnos en los propios intereses. Trascender un mundo de socios porque «los que únicamente son capaces de ser socios crean mundos cerrados». (FT, 104) Acoger de corazón a la persona diferente y ver las diferencias como oportunidades de crecimiento en el respeto de todos y no como justificación de los privilegios de unos sobre los derechos de todos. No desarraigarnos: tomar en cuenta que no hay apertura entre pueblos sino desde el amor a la tierra, al pueblo, a los propios rasgos culturales.
“Ampliar la mirada para reconocer un bien mayor que nos beneficiará a todos, sin evadirnos y sin desarraigarnos”
Todos ganamos si se plantean las cosas bien. Necesitamos que un ordenamiento mundial jurídico, político y económico que incremente y oriente la colaboración internacional hacia el desarrollo solidario de todos los pueblos, creando riqueza para todos, incentivando el acceso al mercado internacional de los países en vías de desarrollo, y terminar con el hambre y demás necesidades elementales
insatisfechas. El mercado no puede cumplir su función económica sin formas internas de solidaridad y de confianza recíproca, que ha fallado. El desarrollo no debe orientarse a la acumulación creciente de unos pocos, sino que tiene que asegurar los derechos humanos, personales y sociales, económicos y políticos, incluidos los derechos de las Naciones y de los pueblos. Es necesario reproponer la función social de la propiedad, que no es un derecho absoluto e intocable. Dios ha dado la tierra a todo el género humano, sin excluir a nadie ni privilegiar a ninguno, por tanto, «si alguien no tiene lo suficiente para vivir con dignidad se debe a que otro se lo está quedando» (FT, 119). No olvidar que existe la gratuidad fraterna que ayuda a no convertir la propia existencia en un comercio ansioso, que está siempre midiendo lo que da y lo que recibe a cambio.
“Buscar juntos la verdad en el diálogo, en la conversación reposada o en la discusión apasionada”
Es ser capaz de dejar de lado los deseos de omnipotencia y los destructores efectos del imperio del dinero ante la mirada de los más frágiles. Es pensar y actuar en términos de comunidad, de prioridad de la vida de todos sobre la apropiación de los bienes por parte de algunos. Promover una economía integrada en un proyecto que busque el bien común que puede abrir camino a oportunidades diferentes, que no implican detener la creatividad humana y su sueño de progreso, sino orientar esa energía con cauces nuevos.
No hay una única receta económica que pueda ser aplicada igualmente por todos, que favorezca la diversidad productiva y la creatividad empresarial, para que los empresarios legítimamente promueven el propio progreso fomentando las capacidades económicas y tecnológicas para hacer crecer los bienes y aumentar la riqueza. Pero estas capacidades tendrían que orientarse al desarrollo de las demás personas y a la superación de la miseria, especialmente a través de la creación de fuentes de trabajo diversificadas. No existe peor pobreza que aquella que priva del trabajo y de la dignidad del trabajo, de manera que los planes asistenciales, que atienden ciertas urgencias, son sólo respuestas pasajeras.
Buscar juntos la verdad en el diálogo, en la conversación reposada o en la discusión apasionada. No sólo entre los que detentan el poder económico, político o académico, sino que incluya a los representantes de la mayoría de la población. Aceptar que hay algunos valores permanentes otorga solidez y estabilidad a una ética social. La verdad trascendente es el principio seguro que garantiza relaciones justas frente a los intereses de clase, grupo o nación, que contraponen a unos con otros. El respeto de los derechos humanos iguales para todos es condición para el desarrollo social y económico de un país.
“Buscar juntos la verdad en el diálogo, en la conversación reposada o en la discusión
apasionada”
3. LO QUE LA PANDEMIA NOS HA DEMOSTRADO A TODOS.
Esta tragedia global, dura e inesperada, que está aún fuera de control. Ha desenmascarado nuestra vulnerabilidad, nuestras falsas seguridades, la fragilidad de los sistemas mundiales frente a las pandemias y nuestra incapacidad de actuar conjuntamente en la solución de lo que nos afecta a todos, a pesar de estar hiperconectados. Ha dejado al descubierto también la conciencia de ser una comunidad mundial, en la que el mal de uno perjudica a todos, y de la que no podemos ni queremos evadirnos. «Nos ha permitido rescatar la esperanza y valorar a tantos compañeros y compañeras de viaje que, en el miedo, reaccionaron donando la propia vida» (FT, 54)
Pasada la crisis sanitaria del COVID-19 ojalá seamos capaces de aprender y que tanto dolor no sea inútil porque demos un salto hacia una forma nueva de vida: Repensando nuestro modo de entender y enfrentar la realidad sin pretender ser señores absolutos de la propia vida y de todo lo que existe, y repensando también nuestros estilos de vida sin caer aún más en una fiebre consumista y en nuevas formas de autopreservación egoísta. La fragilidad de los sistemas mundiales frente a las pandemias ha evidenciado que no todo se resuelve con la libertad de mercado, ni se trata de hacer funcionar mejor lo que ya hacíamos. Hace falta algo más: Rehabilitar una sana política que no esté sometida al dictado de las finanzas, pero sobre todo volver a llevar la dignidad humana al centro y sobre ese pilar se construyan las estructuras sociales alternativas que necesitamos. Recuperar la pasión compartida por una comunidad solidaria destinando tiempo, bienes y esfuerzo. «Para que la humanidad renazca con todos los rostros, todas las manos y todas las voces, más allá de las fronteras que hemos creado» (FT, 35)
El individualismo, el atropello y la agresividad que se han acentuado en esta crisis, y sale el espíritu del “sálvese quien pueda”, que podría traducirse rápidamente en el “todos contra todos”, y eso sería peor que una pandemia. «Se necesitan artesanos de paz dispuestos a generar procesos de sanación y de reencuentro con ingenio y audacia». (FT, 225) «Ante este panorama hay personas que optan por la amabilidad y se convierten en estrellas en medio de la oscuridad». (FT, 222)
4. REPENSAR SOBRE TODO EL SENTIDO DENUESTRA EXISTENCIA
Pensando en el futuro reflexionando sobre el propio pasado Fratelli tutti nos invita a preguntarnos lo que hemos hecho como personas en la empresa, en la sociedad, en la familia, en nosotros mismos: ¿para qué ha servido mi esfuerzo? ¿hacia dónde estoy apuntando realmente?, y reflexionando sobre el propio pasado la pregunta no será ¿cuántos me aprobaron? ¿cuántos me votaron? ¿cuántos tuvieron una imagen positiva de mí? Las preguntas pertinentes serán: ¿cuánto amor puse en mi trabajo? ¿en qué hice avanzar al pueblo? ¿qué marca dejé en la vida de la sociedad? ¿qué lazos reales construí? ¿qué fuerzas positivas desaté? ¿cuánta paz social sembré? ¿qué provoqué en el lugar que se me encomendó? (FT,197).